EN LA FUERZA DE VOLUNTAD YACE EL GERMEN DEL ÉXITO – Paramahansa Yogananda

«Cuando ejerces tu voluntad en forma constante, tanto a través de tus pensamientos como de tus acciones, aquello que deseas tendrá que cumplirse.»

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Muchas personas, obran en forma extremadamente nervio­sa, o tensa, cuando se están esforzando, por obtener algo de gran importancia para ellas. Sin embargo, las acciones desarrolladas con ansiedad, o nerviosismo, no atraen el poder de Dios; la se­rena, y constante aplicación de la voluntad, en cambio, sacude todas las fuerzas de la creación, y atrae la respuesta del Infini­to. El germen del éxito, en cualquier campo de actividades, ya­ce en el poder de la voluntad. Cuando la voluntad, ha sido se­veramente azotada por las dificultades, llega a paralizarse tem­poralmente. Pero, aun así, quien adopta la siguiente resolución: “Mi cuerpo podrá ser destruido, pero mi cabeza (-mi fuerza de voluntad-) permanecerá siempre erguida”, está expresando la fuerza de voluntad en su forma más completa.

La fuerza de voluntad es lo que vuelve al hombre divino. Cuando renuncias a ejercer la voluntad te conviertes en un ser mortal. Muchos afirman que no deberíamos utilizar la volun­tad para cambiar nuestras condiciones ya que, al hacerlo, inter­feriríamos en los planes de Dios. Pero, ¿por qué nos habría do­tado Dios de voluntad sino para que la aplicásemos? En cierta ocasión conocí a un fanático que proclamaba que no debería­mos hacer uso de la voluntad, ya que ello desarrolla el ego. ¡Está usted ejerciendo su voluntad en forma bastante intensa en este mismo momento al oponerse a mí! (-le respondí-). Al hablar, al permanecer de pie, caminar, comer, ir al cine o in­cluso al retirarse a dormir, está usted obligado a ejercer su vo­luntad. Todo cuanto hace lo lleva a cabo aplicando su volun­tad. Si no ejerciese usted su voluntad, se convertiría en un au­tómata.

Jesús no quiso decir que no deberíamos hacer uso de la voluntad, cuando afirmó lo siguiente: “No se haga mi volun­tad, sino la Tuya”. Lo que estaba él tratando de enseñar era que el hombre debe someter su propia voluntad (-la cual se en­cuentra sujeta a sus deseos-) a la voluntad de Dios. Así pues, cuando oramos con persistencia y en la forma correcta, esta­mos ejerciendo nuestra voluntad.

Es necesario creer en la posibilidad del cumplimiento de aquello por lo cual oramos. Quien desea, por ejemplo, una ca­sa, pero piensa interiormente: ¡Ni lo sueñes, no dispones del dinero para comprar una casa!, debería fortalecer su voluntad.

Cuando desaparezca de nuestra mente todo «imposible», entra­rá en ella el poder divino. La casa, naturalmente, no se mate­rializará espontáneamente; para adquirirla será necesario hacer uso de la voluntad en forma continua, aplicándola en acciones constructivas. Quienes persisten en su intento sin aceptar ja­más el fracaso, obtienen el objeto por el cual luchan. Cuando ejerces tu voluntad en forma constante, tanto a través de tus pensamientos como de tus acciones, aquello que deseas tendrá que cumplirse. Incluso si no existiese objeto alguno en el mun­do como el que anhelas, si persistes en tus empeños, el resulta­do que persigues se manifestará en alguna forma. Este tipo de actitud, atrae la respuesta de Dios, ya que semejante voluntad proviene de Él; una voluntad constante es una Voluntad Divina.

OM GURU, JAI GURU

 

PARAMAHANSA YOGANANDA

Extraído de su libro «LA BÚSQUEDA ETERNA».
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