CLAVES PARA LOGRAR UNA MEDITACIÓN MÁS PROFUNDA – Sri Daya Mata

Divulga Amor y Luz

«Cuando los devotos tienen dificultad para profundizar en la meditación, con frecuencia se debe a que están ansiosos por obtener una respuesta rápida.»

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Cuando llegue el momento de meditar, haz que el mundo se retire de ti. Olvídate de todo. Cualesquiera que sean tus problemas, haz esto de manera consciente: apártalos de ti mentalmente. Siente que en verdad te has apoderado de todos ellos y los has expulsado de tu conciencia. Es vital que te disciplines de este modo a fin de que, con el simple uso de tu fuerza de voluntad, puedas desechar de tu mente toda preocupación mundana y decir de corazón: «Nada, excepto Dios, existe ahora para mí».

Cuando medites, aférrate al pensamiento de que Dios es la única realidad. Él es la única Existencia Eterna. Todo lo demás en el universo es irreal, una parte evanescente del gran velo de maya que cubre la Realidad.

El siguiente punto consiste en desarrollar la paciencia para perseverar en la meditación. Confórmate con dar pequeños pasos al principio; no te impacientes, ni te tenses al meditar. Debe existir una actitud de entrega incondicional: «Señor, ardo en deseos de Ti. Me arrojo al encuentro de tu presencia. Pero haz lo que sea tu Voluntad. Tú ven cuando lo desees, yo seguiré buscándote pase lo que pase». Ora de este modo y te sorprenderá la forma en que la Divina Conciencia (esa Inteligencia Divina, ese Divino Amor de Dios) responde a la llamada de tu alma. Pero no lo hará si te impacientas.

Cuando los devotos tienen dificultad para profundizar en la meditación, con frecuencia se debe a que están ansiosos por obtener una respuesta rápida. No busques resultados en la meditación porque esa actitud genera ansiedad en ti y, como consecuencia, te inquietas y te pones tenso debido a que no obtienes la respuesta que esperas de Dios. Por el contrario, olvida los resultados y el tiempo; vuelca tu corazón en el Señor con persistencia. Llámale; clama y llora por Él. Si no sientes ese anhelo, repite mentalmente su nombre u ora así: «Revélame tu presencia, revélame tu presencia». Concéntrate cada vez más profundamente, sumergiendo la atención en tu interior. Él acudirá cuando lo desee, y eso es algo que debes entender. No puedes obligar a Dios a que venga; sólo puedes entregarte a Él: entonces responderá.

Si la ansiedad, la impaciencia y la tensión nublan tu conciencia, te resultará imposible sentir la presencia de Dios en tu interior. Es preciso saber esperar en calma y en silencio. Esto lo expresó hermosamente, Rabindranath Tagore, con las siguientes palabras: «¿No has sentido quizá sus silenciosos pasos? ¡Él viene, viene, viene siempre!»

«Sus silenciosos pasos». Para oírlos, el devoto debe permanecer en la quietud interior, con una actitud de espera, plena de devoción y reverencia. Comenzará entonces a sentir el Gozo, el Amor y la Presencia Divina, surgiendo desde su interior: «Él viene, viene, viene siempre».

El Maestro decía: «La meditación de cada día, ha de ser más profunda que la del día anterior». Pregúntate, si estás siguiendo ese consejo. «Más profunda» significa que cuando medites tu mente se concentre más y anhele con mayor fervor experimentar el estado divino de unión con Dios. Ese es el estado natural de tu alma, tu verdadero ser.

La importancia de la meditación

Los devotos que prescinden de la meditación perderán gradualmente el deseo de llegar a Dios. Esa es la razón por la que te recuerdo insistentemente que no puedes encontrarle sin la meditación; y sin ella, no podrás hallar la felicidad en el sendero espiritual. El servicio por sí solo no es suficiente.

Al comienzo, te será difícil establecer el hábito de la meditación diaria. Pero no podrás llegar a ninguna parte, en el terreno de la espiritualidad, si tus esfuerzos y tu práctica de las técnicas, son irregulares. Por esa razón, Guruji, solía decir que es importante, que los devotos formen grupos de meditación. Muchos no meditan aún con profundidad, porque carecen de una voluntad suficientemente poderosa: no pueden sentarse inmóviles, durante un período lo bastante largo, para obtener resultados. Se requiere de tiempo, para cultivar los hábitos adecuados de meditación, porque es posible, que no hayas emprendido una actividad semejante, en toda tu vida. La meditación colectiva, fortalece a cada uno de los que participan en ella. Cristo dijo: «Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo, en medio de ellos». El gurú de Paramahansaji, Swami Sri Yukteswarji, al recalcar el mismo principio, le dio el siguiente consejo: «Rodéate de “guardaespaldas” espirituales». No sabes cuánta ayuda mutua se recibe cuando se medita en compañía de otros devotos. La vibración que se genera, respalda y alienta a todos y cada uno de los participantes.

Recuerdo cierta ocasión hace varios años en que Guruji viajó al este de los Estados Unidos para impartir clases e iniciación en Kriya Yoga. Durante ese período tuvimos aquí en Mount Washington a una persona encargada de dirigir los oficios religiosos que era muy inexpresiva, monótona y aburrida. No me aportaba ninguna inspiración, por lo que decidí dejar de ir a la capilla. Pensaba que sería más provechoso permanecer meditando en mi habitación. Cuando Guruji retornó de su viaje, me llamó para decirme:

-Tengo entendido que no estás asistiendo a la meditación.

-Pero, Maestro -respondí-, estoy meditando.

Nos encanta hallar explicaciones, ¿verdad? Siempre tenemos a mano excusas que parecen lógicas.

-Pero ¿no vas ya a la capilla?

-No -repliqué-, porque medito mejor en mi habitación, con mayor profundidad. El oficiante que se nos ha asignado me causa tedio.

-Asiste de todas formas -fue su respuesta-. Debes acudir no para que el oficiante te inspire, sino para recoger la mente en tu interior. No dependas de ninguna otra persona; estás allí por una razón: para comulgar con Dios.

Jamás olvidé ese consejo. Fue una magnífica y maravillosa lección que me ha acompañado desde entonces.

 

Relajación y meditación

Recuerda, siéntate erguido (con la columna vertebral recta) en una silla, o sobre un cojín con las piernas cruzadas. Cierra los ojos para reducir las distracciones; eleva suavemente la mirada hacia el centro crístico; tensa y relaja el cuerpo varias veces, mientras inhalas y exhalas profundamente; olvida toda preocupación mental y física. Mantén la postura erguida y, al mismo tiempo, relaja en forma consciente toda tensión indebida de los músculos. Trata de permanecer tan fláccido como un fideo húmedo que colgase del firme eje de la columna vertebral.

No pienses en tu problema o de lo contrario permanecerás estancado en ese nivel de conciencia. Practica Kriya Yoga y las demás técnicas y entrega por completo el corazón, la mente y la vida a Dios. Cuando nos relajamos y calmamos la mente por medio de la meditación, comenzamos a acercarnos a los niveles superiores de conciencia, esa bóveda eterna en la que reside todo lo que hemos aprendido en esta vida y en nuestras incontables encarnaciones anteriores. Cuando logramos conectar con la supraconciencia (la visión intuitiva y omnisciente del alma), la sabiduría comienza a impregnar nuestra percepción y encontramos la solución del problema o la guía apropiada.

Paramahansa Yogananda explicó que la posición de los ojos guarda una estrecha relación con los estados de conciencia: la mirada que se dirige hacia abajo se corresponde con la subconciencia (y tiende a generar ese estado); la mirada al frente indica el estado consciente y activo de la conciencia externa; y la mirada que se enfoca hacia arriba ayuda a elevar la mente al estado supraconsciente.

Algunas personas esperan que Dios aparezca entre las nubes y les diga: «Hijo mío: primero haz esto y luego aquello y así resolverás tu dilema». Tal idea es ridícula; Él no va a venir a nosotros de ese modo, y tampoco deberíamos desear que lo hiciese. La fe no significa hacer a un lado la razón, el sentido común y la fuerza de voluntad. Por el contrario, significa que debemos utilizar todas las aptitudes que Dios nos concedió para armonizarlas con su voluntad. Pues como dijera el Maestro: «Señor, yo razonaré, yo querré y yo actuaré; pero guía Tú mi razón, mi voluntad y mi actividad hacia lo que debo hacer». Dios desea que utilicemos los poderes divinos que residen en cada uno de nosotros, pues así es como crecemos espiritualmente.

«Señor, yo razonaré, yo querré y yo actuaré; pero guía Tú mi razón, mi voluntad y mi actividad hacia lo que debo hacer».

¡OM JURU, JAI GURU, OM DAYA MA, JAI DAYA MA!

 

SRI DAYA MATA

De su libro «El gozo que buscas está en tu interior»

El Gozo Que Buscas Esta en Tu Interior

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