«Quizá cuanto más ayudas, sea cuando te sales del camino de querer ayudar. »
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Nunca quieras ayudar a alguien a menos que esa persona esté lista y tenga la voluntad de ser ayudada.
Esto es algo que todos aprendemos finalmente, de la manera difícil.
Hasta que la ayuda no sea pedida, hasta que no exista la disposición para escuchar, para preguntar y desafiar los viejos patrones, tu intento de ayudar será interpretado como manipulación, control y resistencia; como tu problema, tu necesidad, tu lucha, no la de ellos.
La actitud defensiva se fortalecerá, las posiciones se endurecerán y tú acabarás sintiendo frustración o sintiéndote superior, débil o roto. Y los roles espejados de “víctima” y “salvador” te harán sentir más desconectado que nunca del otro.
¿Cómo ayudar realmente?
Acepta donde están ahora mismo, suelta tu sueño de sanarlos o recuperarlos o iluminarlos.
Sosiégate, valida su experiencia presente.
No trates de imponer tus motivaciones o asumir qué es “lo mejor” para ellos. Tal vez tú no sepas lo que es ‘mejor’.
Puede que ellos sean más fuertes, más inteligentes, que cuenten con más recursos y que estén llenos de un potencial que nunca creíste que poseyeran.
Quizá lo que es ‘mejor’ para ellos hoy, ¡sea no querer ni necesitar tu ayuda!
Tal vez necesiten sufrir, batallar o buscar más.
Tal vez se estén alineando y sanando a su manera.
Tal vez lo que requiera este momento sea confianza y escucha profunda, y un profundo respeto por el lugar que ocupan en su viaje.
Puede que, de todos modos, solo estés tratando de ayudarte a ti mismo.
Esto nos enseña a ser modestos.
Quizás el cambio real no surja de querer imponer un cambio a otros, sino de alinearse con el sitio en el que ellos se hallan ahora, desbloquear toda la inteligencia creativa del momento, honrar su camino único y abrirse al misterioso proceso de la sanación.
Cuando intentas cambiar a alguien, le estás comunicando a esa persona que no está bien tal y como es, que te desagrada su experiencia presente y que quieres que sea diferente. Hasta puede que estés comunicándole que no la amas, que no confías en ella o que no la respetas.
Cuando dejas de querer cambiarla y la aceptas tal como es ahora y donde se haya, incluso si eso te acarrea frustración, miedo y culpa, y te alineas con la vida tal como ésta se presenta, a pesar de que eso incluso signifique enfrentarte a tu propia resistencia a la vida, pueden ocurrir grandes cambios inesperados, porque en ese momento eres un verdadero amigo y aliado del universo.
Deja de intentar cambiar a otros y ellos cambiarán (o no), a su singular y dulce manera, en su único y dulce tiempo, sostenidos en tu amor, ayudados por tu confianza.
La mente no está por el cambio.
Quizá cuanto más ayudas, sea cuando te sales del camino de querer ayudar.