«Siendo todos nosotros Luz en el Origen, sería un sinsentido ocupar un cuerpo físico por otra razón que no fuera plasmar en la materia nuestra impronta celestial.»
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Muchas veces echamos a volar. Leemos, conversamos, meditamos y profundizamos tanto sobre cuestiones espirituales, que nuestra alma se acostumbra a revolotear por los espacios etéricos y olvida el propósito por el cual ha encarnado en este hermoso planeta azul. Tantas son las razones que nos han traído aquí, como habitantes hay en la Tierra. Pero hay una que es común a todos nosotros y es EXPERIMENTAR LA MATERIA Y PLASMAR EN ELLA NUESTRA IMPRONTA.
Siendo todos nosotros Luz en el Origen, sería un sinsentido ocupar un cuerpo físico por otra razón principal. Para cumplir con nuestras responsabilidades terrenales es necesario aterrizar, pisar el suelo y enraizarse, a fin de nutrirse de aquello que la Madre Gaia está deseando aportarnos y que tan necesario es para que obtengamos las fuerzas que nuestra labor aquí requiere.
A fin de cuentas, las almas antiguas tienen la misión de bajar el Cielo a la Tierra, pero poco o nada podrán contribuir a ello si, en lugar de practicar los conocimientos sobre el terreno, divagan por los cielos preguntándose continuamente qué podrían hacer.
¿Tienes una idea celestial? ¡Baja a la Tierra y arráigala tan firmemente que ni a ti ni a ella os derribe un soplido!