«¡Si te resistes a cambiar, sufrirás! ¡No tengas miedo al cambio! ¡Reflexiona, decide por ti mismo! ¡Sal de la rutina!»
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Una estrella no se convertiría en sol si no cambiase. Una montaña no se convertiría en playa si no cambiase. Ni la lluvia en río, ni el río en mar. Ni la semilla en fruto, ni el fruto en árbol…
¡En la Creación TODO cambia!
¿Por qué nosotros nos empeñamos en hacer siempre lo mismo?
La rutina ahoga el alma y te lleva al sufrimiento.
TODO está llamado a evolucionar y la evolución está regida por el cambio. TODO avanza, aunque a veces nos parezca que ese avance sea imperceptible. Nada se estanca permanentemente, porque en un momento u otro lo estancado ha de ser liberado de alguna forma, aunque sea violentamente.
En nuestro caso, las energías estancadas se liberan a través de las enfermedades y, como la enfermedad también cambia, origina el dolor.
¡Si te resistes a cambiar, sufrirás!
¡No tengas miedo al cambio! ¡Reflexiona, decide por ti mismo!
¡Sal de la rutina!
Ahora bien , todo cambio pasa por un período de transición más o menos largo, y durante esa transición unas veces pensarás, sentirás, hablarás y actuarás conforme a la situación antigua que acabas de abandonar y otras conforme a la nueva situación que acabas de adoptar. Es normal, los apegos tienen una fuerza de arranque y de frenada y hay que tener paciencia hasta que esa energía se para y se diluye definitivamente.
Ambos comportamientos son favorables cuando uno es consciente de cuál de ellos está interviniendo, porque ambos reforzarán el impulso de cambiar. Por lo tanto aquello que hagas en ese período de transición hazlo con alegría y con la convicción de que, tanto un comportamiento como otro, siempre será para bien.
Si intercalas un hábito viejo entre los hábitos nuevos no pasa nada, no te mortifiques por ello, sé consciente de por qué ha aparecido en ese momento, reflexiona, saca las conclusiones oportunas y persevera en la práctica de los nuevos hábitos para que el viejo desaparezca.
Por ejemplo, y como ya hemos visto, si tienes que comer algún alimento denso porque acabas de cambiar tus hábitos alimenticios y ese alimento denso te impulsa hacia la transición, cómelo consciente y alegremente, de tal manera que cada bocado sirva para despedirte de lo viejo y darle la bienvenida a lo NUEVO.
Hazlo así con todo y, sobre todo, ten mucha paciencia y perseverancia para avanzar en la transición.
ELSA Y JAVIER
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