Capítulo 14 del libro «No me retengas»

Las misiones que en adelante voy a revelaros se llevarán a cabo mucho tiempo después de mi partida del mundo de los hombres. Están diseñadas para perpetuar mis enseñanzas y para desmentir todo aquello que no fue real y que se añadió u omitió por intereses que nada tienen que ver con nuestra causa.

Tu esencia —dice mirando y apoyando la mano sobre el hombro del ser que está a su derecha—, concentrará la energía masculina en tu presencia y nacerás en la localidad italiana de Asís. Te bautizarán como Giovanni di Pietro, pero te llamaran “Francisco”. Representarás el papel de un místico italiano y fundarás una orden religiosa que se conocerá como “Franciscana” y de la que luego te hablaré.

Nacerás de alta cuna, pues serás el hijo de un rico comerciante, y durante tu juventud llevarás una vida mundana y superficial. En la batalla entre Asís y Perugia caerás preso y estarás un año encarcelado en esa ciudad; durante tu cautiverio contraerás una grave enfermedad, gracias a la cual decidirás cambiar radicalmente tu modo de vida y renunciarás a las riquezas para vivir en la más estricta pobreza, contemplación y estudio de los Evangelios. Ejercerás la caridad entre los leprosos y reconstruirás iglesias que estarán en ruinas.

Te doy estos detalles porque parte de tu cometido será mostrar lo efímeras e innecesarias que son las riquezas y las nefastas consecuencias que tienen para el alma el ansia de poseer y acumular objetos materiales.

Tu esencia nutrirá a tu presencia de la energía precisa para que actives, reorganices y renueves la espiritualidad de la época de oscurantismo y depresión en la que desarrollarás tu misión. Restablecerás mis enseñanzas y las de la familia Esenia, tras un paréntesis de más de mil años —el instructor le sonríe mirándole a los ojos, mientras que “Francisco” asiente con la cabeza—. Tú también reunirás a un grupo de doce discípulos, y los trece seréis los miembros primigenios y genuinos de la “Orden Franciscana” que tú mismo fundarás. Posteriormente, fundarás otras órdenes y ésa pasará a llamarse “Primera Orden Franciscana”.

Tu vida religiosa será muy austera y sencilla. Darás ejemplo y animarás a tus discípulos y seguidores para que se comporten de esa misma manera. Tal modo de vivir no será aceptado por algunos de los nuevos integrantes, sin embargo, y a pesar de todos los obstáculos, lograrás que la regla se expanda cada vez más y con mayor fuerza.

Tu actitud y la de tu orden enseñarán a practicar el bien y promulgarán la humildad y el voto de pobreza desde el corazón.

Mostrarás al mundo que todo lo que va más allá del propio ser sobra, y que la pobreza, la humildad y la austeridad conscientes son el camino para encontrarse con la esencia, que es el Dios que reside en el interior de cada serTu labor tendrá más repercusión después de que hayas abandonado el plano físico; entonces, tu amor se propagará a lo largo y ancho del planeta, donde también se te recordará por tu devoción al reino animal.»

—Ahora el instructor toma las manos del otro ser que está frente a él y le dice:

—Vosotros dos apareceréis juntos en bastantes encarnaciones, vuestras esencias son gemelas y, dada la afinidad de frecuencias, las misiones que tendréis que desempeñar siempre serán complementarias.

En esta ocasión, tú concentrarás tu esencia en una presencia femenina y nacerás de ilustre familia; tu padre será el conocido y respetado Conde de Sasso-Rosso.

Formarás parte de la vida de “Francisco” como “Clara de Asís” y os reuniréis a los dieciocho años de tu incursión en el plano físico. Vuestro primer encuentro se producirá en una iglesia en la que escucharás un sermón que dará él. Os reconoceréis al instante, vuestras presencias se alimentarán de vuestras esencias y muy pronto seréis uno en la misión, de tal forma que, junto a ti, él fundará la Segunda Orden Franciscana: “Las Hermanas Clarisas”.

Ambas órdenes se regirán por los mismos preceptos: la renuncia a la riqueza y a las comodidades del mundo material, dedicar la vida a la oración y sobre todo al silencio, que para ti, “Clara”, será primordial para establecer la conexión con tu esencia, hasta tal punto que cualquiera que hable en exceso y sature los sentidos con palabrería innecesaria, acabará por molestarte.

Vosotros seréis el ejemplo a seguir en el medievo, la esfera temporal en la que encarnareis; pero vuestra forma de ver la vida será tan distinta, innovadora y revolucionaria para ése tiempo, que la repercusión de vuestra conducta se hará efectiva mucho después de vuestro paso por este mundo. Realizareis una gran labor mostrando a la humanidad cómo aman las esencias, pues enseñaréis que el Amor excluye todo interés material.»

Cuando el instructor concluyó, los dos seres se miraron sonriendo, siendo conscientes del servicio que como esencias gemelas se les había encomendado. De inmediato se fundieron en un largo abrazo del que se nutrieron mutuamente. Acto seguido, abrazaron al instructor y le agradecieron formar parte del Plan. Finalmente, los tres sellaron el encuentro agarrándose de las manos y recitando al unísono:

«Fuente de la Luz Eterna, como herramienta de tu Paz sirvo para amar la naturaleza de lo divino, para alabarla y respetarla. Que donde haya odio, enseñe yo Amor.
Que donde haya ofensa, enseñe yo Perdón.
Que donde haya desunión, enseñe yo Unión.
Que donde haya duda, traiga yo Fe.
Que donde haya confusión, llegue a través de mí la Verdad. Que donde haya desesperación, hacia allí me lleve la Esperanza. Que donde haya tristeza, traiga yo Alegría.
Que donde haya oscuridad, lleve yo Luz.
Porque a quien dé, le será dado.
Quien perdone, será perdonado.
Quien muera, resucitará en la vida eterna y despertará
en Dios.»

Al concluir tan bella oración, el instructor les puso las manos en el chakra corona a modo de bendición, y a continuación, ambos volvieron al lugar que habían estado ocupando en el semicírculo.