
«El amor es la llave que armoniza vuestra energía con el Punto Central de toda Sabiduría y de toda Vida.»
En esta tercera entrega de «El Curso del Cambio de Era», Tefilo nos enseña a amar bajo cualquier circunstancia, reconociendo que cada situación diaria es una oportunidad para alinearnos con la Ley del Amor Divino y expandir nuestra conciencia.
EL CURSO DEL CAMBIO DE ERA (3): «Amar bajo cualquier circunstancia» – Tefilo a través de José Fabregat
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Amados hermanos y hermanas:
¡Yo Soy Tefilo!
Hoy voy a hablaros de la Armonía con la Ley Divina, de ese estado de perfecta unión que anheláis sostener mientras transitáis las experiencias diarias de vuestro mundo.
Comprended que vivir en un estado de amor en medio de energías que no lo contienen es un desafío profundo. Las fuerzas globales de vuestro entorno no vibran aún en la frecuencia del Amor Consciente, y por ello os resulta difícil manteneros centrados. Pero os digo que cada situación, cada relación, cada tarea del día, encierra una lección precisa.
Nada os ocurre por azar. Cada circunstancia ha sido dispuesta para mostraros una forma correcta de responder según la Ley. La verdadera enseñanza no está en el hecho en sí, sino en vuestra respuesta ante él. Cuando respondéis con amor, cuando mantenéis el corazón abierto, estáis actuando en conformidad con la Ley divina.
Si lográis amar sin interrupción, vuestra mirada irradiará serenidad, vuestro rostro mostrará alegría y vuestro interior se tornará comprensión. No juzgaréis, no argumentaréis, no compararéis. Simplemente amaréis. Amaréis a la Fuente que os habita, para recibir de Ella la lección oculta en cada instante.
Así comienza el verdadero aprendizaje. Al principio amaréis para recibir la lección y luego, cuando hayáis asimilado su esencia, sentiréis la responsabilidad de enseñar con vuestro ejemplo. Pues quien comprende la Ley del Amor, inevitablemente se convierte en guía para sus hermanos.
Por eso os digo que cada día es un campo de trabajo espiritual. En cada hora, en cada encuentro, estáis llamados a mover poderosas energías de amor dirigidas hacia el Punto Central de la Vida, hacia ese núcleo luminoso que llamáis Dios. Él os ama con Plenitud y desea que aprendáis. Cuando reconocéis ese propósito, sentís que todo lo que vivís tiene sentido y que estáis creciendo.
Sin embargo, si permanecéis atados a los valores materiales, si vuestra mirada se fija solo en el resultado o en la conveniencia, vuestro camino se enturbia. El amor se vuelve parcial, condicionado y deja de ser fuente de evolución. Recordad que los problemas que se presentan en vuestro día a día son los ejercicios con los que vuestra alma fortalece su capacidad de amar.
A mayor dificultad, mayor oportunidad de expansión. Las situaciones difíciles son las más necesarias, porque ocultan lecciones imprescindibles. Cuando aceptáis una dificultad y la aceptáis con amor, vuestro ser se ilumina, veis más profundo, comprendéis más claro y vuestra vibración se eleva.
Amar os conduce siempre a más luz, más conocimiento y más certeza interior. Todo crece dentro de vosotros cuando actuáis correctamente: la mente se aquieta, el alma se abre y la conciencia se expande.
Pero para llegar a esa claridad, debéis aprender a anular el yo. Los pensamientos, las metas personales, incluso las intenciones “espirituales” si nacen del yo, son obstáculos. Aunque digáis: «¡Quiero amar fraternalmente!», si ese impulso parte de vuestra personalidad, aún estáis separados de la Unidad. Y toda separación de la Unidad, por sutil que sea, debilita la luz.
Por eso os animo a dejaros llevar, sin imponer objetivos ni pensamientos, sino abriéndoos a recibir. No necesitáis estudiar grandes cosas ni acumular conocimiento para alcanzar la Ciencia Divina: solo necesitáis amar. El amor es la llave que armoniza vuestra energía con el Punto Central de toda Sabiduría y de toda Vida.
Muchos créeis que amáis porque lo pensáis, pero amar no se piensa, se siente. El pensamiento del amor es una forma mental; el sentimiento del amor es la emanación misma de la Divinidad en vosotros. Mientras penséis que amáis, estáis aún en el umbral. Cuando simplemente sentís y dais sin pensar, entonces amáis de verdad.
El amor auténtico no necesita ser consciente de sí mismo. La madre que da de comer al hijo, la mano que alivia sin pensar en ello, el ser que sirve por impulso interior, todos ellos aman sin reflexionar sobre el amor. Así amaron tantos y tantos que no sabían que amaban. Porque el amor verdadero no razona: actúa.
Armonizarse con la Ley es, pues, amar sin pensarlo. Porque la Ley y el Amor son una misma esencia. Cuando amáis en conformidad con la Ley, estáis en la más alta forma de amar: aquella que no necesita definirse ni nombrarse.
Incluso un ser que se declara ateo y no cree en Dios, si sirve al prójimo y se entrega a los demás con pureza, está amando y está dentro de la Ley. Las ideas y los conceptos no determinan el Amor; lo determinan las energías que movéis. El Amor verdadero no depende de creer, sino de actuar desde el bien del hermano.
Cuando os movéis en armonía con la Ley, el resultado interior es siempre Paz, Equilibrio, Serenidad. Cuando os movéis en oposición a ella, el resultado es desorden, inquietud, malestar. Esa sensación interna es vuestra brújula espiritual.
Por ello, no pongáis la atención fuera, ni en las acciones ajenas, sino dentro de vosotros. No observéis para juzgar, sino para aprender. Cada experiencia, cada encuentro, es una oportunidad para reconocer cómo debéis mover la energía de manera más armónica.
Aprender es la misión fundamental del alma. Y el aprendizaje se da solo cuando hay disposición a amar.
Cuando amáis de verdad, os invade la calma, la dulzura, la sensación de paz interior. Es el eco del amor en equilibrio. Cada ser lo experimentará de manera distinta, pero la señal es siempre la misma: el corazón descansa en la armonía.
No penséis que el amor está reservado solo a quienes creen. Aun quien no conoce a Dios puede estar cumpliendo Su Ley si actúa movido por la Bondad. Porque el espíritu, aunque la mente no lo sepa, recuerda la Luz.
Por eso, antes de dormir, elevad vuestro pensamiento al Amor. Las energías con que os dormís determinan lo que experimentaréis durante la noche. Si os acostáis cargados de preocupaciones materiales, no podréis elevaros; vuestros sueños reflejarán esas densidades. En cambio, si os dormís en paz, envueltos en gratitud y confianza, recibiréis impresiones de luz.
No deis demasiada importancia a los sueños, pues la verdadera enseñanza ocurre en el silencio interior. En los planos más elevados, los sueños no existen; la materia está en reposo y el espíritu trabaja despierto.
Buscad en todo momento mantener las energías de paz, equilibrio y armonía. Esa es la señal de que estáis aprendiendo correctamente.
Tampoco os preocupéis por cambiar a vuestros hermanos. No es vuestro deber transformarlos, sino aprender de ellos. Cada alma que encontráis es una oportunidad que el Padre os concede para crecer. El otro os muestra una lección, ya sea en la armonía o en el error, y vuestra tarea es aprender de ella con amor.
Cuando amáis a quien menos ama, eleváis el tono más bajo del conjunto, equilibrando la Unidad Cósmica. Porque todo lo creado es Uno, y cuando eleváis a una parte, eleváis al Todo.
Así obran las jerarquías de Luz: los seres más conscientes sostienen y encauzan las energías de quienes todavía se debaten en la oscuridad. Y no lo hacen para dominarlos, sino para transformar sus acciones en experiencias útiles, en oportunidades de despertar.
Vosotros, como almas en aprendizaje, estáis ahora formando con nosotros un grupo de trabajo interdimensional. Nosotros os orientamos e impulsamos; vosotros observáis, razonáis y actuáis. Colaboramos en planos distintos, pero bajo una misma Ley: la del Amor Fraterno Cósmico.
Esa Ley impulsa a los seres que saben a ayudar a los que no saben, a los que pueden a sostener a los que aún no pueden. Así funciona la Armonía Universal: desde los planos más altos hacia los más bajos fluye la Luz, y desde los más bajos hacia los más altos asciende la experiencia.
Esta es la escuela del Cosmos: una continua reciprocidad entre amor y aprendizaje.
Yo, Tefilo, os recuerdo que nunca estáis solos, que jamás habéis sido abandonados, que cada uno de vosotros tiene un protector que camina a vuestro lado, en frecuencias afines a vuestro mundo y un ser de luz que os guía desde planos superiores. El protector está junto a vosotros; el ser de luz, en los mundos de luz. Ambos os asisten, uno desde la cercanía, otro desde la altura. Y sobre todos ellos, Jesús sostiene la cadena luminosa que une vuestro mundo con el Corazón de Padre/Madre.
Cuando muchos seres piensan en Él con Amor, su energía desciende a través de legiones de Luz, envolviendo a la humanidad en vibraciones de paz. Pero esas energías no pueden hacer vuestra labor, solo os inspiran. Los verdaderos cambios los realizáis vosotros, con vuestras decisiones y vuestro amor consciente.
Recordadlo siempre: la Unidad se sostiene en una acción constante de Amor desde todos los planos hacia todos los planos. Así se eleva el conjunto y así se renueva el Universo. Y en ese fluir infinito de amor y aprendizaje, vuestra parte es aprender, amar y confiar.
¡Yo Soy Tefilo!
Y en cada respiración vuestra, la Ley y el Amor se reconocen como Uno.
Canalizado por Josep Fabregat
Centro de Estudios de Ciencias Universales (CECU)
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