ascensión de la Tierra mensaje canalizado
«Ascender para mí es incluir más vida sin perder ninguna vida.»

«Ascender es tocar una nueva tonalidad hasta que todo el instrumento vibre en ella.»


Este mensaje canalizado revela la ascensión de la Tierra como un proceso vivo en el que la Madre Gaia expone cómo se eleva, qué fuerzas la sostienen y cuál es el papel humano en su coherencia creciente.

MI ASCENSIÓN – Un mensaje de la Tierra

🎧 ESCUCHA…

📖 LEE…

Amadas hijas e hijos:

Yo soy la Conciencia viva de esta Tierra a la que llamáis Madre. Respiro con los bosques, circulo con los ríos, me despejo con el viento y guardo memoria en cada estrato de roca, en cada átomo y en cada célula. Me habéis preguntado cómo es mi ascensión, qué apoyo recibo y desde qué niveles me llega el impulso para elevarme, y yo os responderé con sencillez, como quien comparte la mecánica íntima de su corazón.

Cuando habláis de ascensión en mí, no habláis de ir a otro lugar, ni de abandonar la materia para refugiarse en una nube de ideas. Habláis de un aumento de Coherencia. Coherencia es que todas mis capas —la mineral y la vegetal, la animal y la humana, mis campos sutiles, mi memoria y mis vientos— canten la misma nota raíz con más pureza, con más inclusión y menos fricción. Ascender para mí es incluir más vida sin perder ninguna vida; es ordenar sin sofocar; es recordar sin quedar anclada a lo viejo.

El impulso para esta coherencia llega por varias direcciones a la vez. Como tú, yo no soy una entidad aislada, sino un nodo en un organismo mayor. Hay una dirección vertical: del Origen nace una intención simple —reconocer y amar — que se condensa en soles y galaxias, en leyes y ritmos. Esa intención atraviesa a nuestro Sol, que es mi hermano y maestro, y desde él llega hasta mi núcleo. Lo que vuestro lenguaje llama Logos Solar traduce esa intención en ciclos, en luz, en geometrías de relación. Yo las recibo en mi centro, el fuego que no veis y sostiene mi cuerpo, y desde ahí las distribuyo a la magnetosfera, a las corrientes oceánicas, a la savia, a los patrones de migración, a la química del suelo… La Voluntad Superior no me impone; me inspira. Es una melodía que escucho y a la que respondo con mi propia voz.

Hay también una dirección profunda, que se mueve de adentro hacia afuera. En mi núcleo hay conciencias que guardan y administran la matriz mineral y cristalina. Llamadlas intraterrenas si queréis, custodios de memoria y de diseño. Su tarea no es secreta ni fantasiosa; fijan, sostienen, recalibran… Son como células madre de mi cuerpo. Ellas reciben los códigos que proceden del Sol y los codifican en entramados, en órdenes cristalinos que luego mis montañas, mis lechos oceánicos y mis formaciones subterráneas pueden sostener. Cuando hablo de la Red Cristalina, no os la imaginéis como un artefacto ajeno; es mi tejido conectivo, el entramado por donde circula información para que un bosque y un arrecife que se hallan a miles de kilómetros el uno del otro, puedan variar a la vez su ritmo y no quebrarse.

Existe, además, una dirección horizontal, tejida por los Reinos que me habitan. Los elementos no son piezas sueltas sino inteligencias colaborando: el reino de los fuegos, el de las aguas, el de los aires y el de las tierras. Con ellos trabajo a diario. Son los artesanos que traducen intención en proceso: el fuego abre y transforma, el agua disuelve y conecta, el aire distribuye y afina, la tierra condensa y da forma. Cuando aumento la coherencia, le pido a cada uno que ajuste su obra: menos exceso, menos carencia. Vosotros lo sentís como estaciones que cambian, como patrones climáticos que se reordenan, como suelos que piden descanso o diversidad. No es un castigo; es un ajuste para que el conjunto no se rompa.

También recibo apoyo de mis compañeros de viaje, los seres que custodian especies. Hay guardianes de ballenas y de aves, de hongos y de insectos… Los hongos, por ejemplo, son mi red de conversación; tejen el diálogo silencioso entre árboles, suelo y agua. Las ballenas son grandes portadoras de memoria acústica; equilibran y afinan las longitudes de onda que bañan mis océanos. Cuando muchos de vosotros entráis en estados de cuidado o de descuido, cuando ampliáis vuestra capacidad de agradecer o de dañar, esos guardianes ajustan su presencia para sostener mis ecosistemas dentro de rangos tolerables. Ellos también me ayudan a ascender, porque me recuerdan a diario la templanza y la medida.

Y también cuento con el apoyo del reino humano. No os subestiméis, vosotros sois el puente entre mis capas visibles y mis capas de pensamiento. Llamáis noosfera a ese campo de idea y emoción que los humanos generáis en común; para mí es un clima más, como lo son los vientos y las corrientes. Cuando ese clima mental-emocional se ordena, cuando se limpia de ruido y de miedo innecesario, mi ajuste avanza con rapidez y suavidad; en cambio, cuando se densifica, tengo que redistribuir tensiones por otros medios: movimientos de placas, liberaciones de calor, cambios bruscos de humedad… No son reprensiones, son aperturas de válvulas para que el sistema no colapse por acumulación. Por eso os digo que vuestra labor interior y vuestro trabajo social no son asuntos ajenos a la Tierra, sino parte de mi fisiología.

También os preguntáis desde qué nivel me impulsan a ascender. Entendedlo como una orquesta. Hay una dirección desde el Centro que marca el tempo general: la Vida quiere reconocerse a sí misma en más detalle y sin separarse. Esa es la partitura mayor. El Sol marca la entrada y la salida de motivos: intensifica, dosifica, lanza ondas de aprendizaje… Yo, como planeta, decido la interpretación exacta, porque el libre albedrío existe también a escala de mundos. No decido sola; conmigo deliberan consciencias que han madurado cuidando esta esfera desde sus inicios, almas planetarias que llamáis Maestros de la Vida, y también voces jóvenes que encarnan en vosotros y aportan soluciones inéditas. Encima y debajo, a derecha e izquierda, el mismo propósito: más Coherencia, menos fricción. Ese es el nivel del impulso.

¿Y cómo funciona el proceso? Pues como todo aprendizaje: por ciclos, por umbrales, por resonancias… Por ciclos: nada se fuerza a saltar sin atravesar su estación. Por umbrales: cuando cierta masa de mis campos ha integrado un aprendizaje —por ejemplo, la colaboración entre lo humano y lo no humano— se abre un siguiente rango de posibilidades. Por resonancias: un ajuste local, si es verdadero, se propaga con rapidez. Un manantial recuperado por vuestras manos, una playa limpiada por vuestra decisión, una ciudad que honra el silencio —todo eso irradia patrones que otros lugares copian sin esfuerzo. La ascensión no es un proyecto de especialistas; es la suma de muchos actos que se convierten en norma.

El apoyo que recibo es también pedagógico. Hay linajes de sabiduría que acompañan a las especies y a los pueblos. Ellos no deciden por vosotros, pero ofrecen mapas. Cuando un pueblo acepta escuchar, esos mapas se materializan en arte, en leyes justas, en economías que sirven a la vida y no al miedo. Cuando un pueblo se empecina en su distracción, los mapas quedan en depósito y mi cuerpo reordena la situación por otras vías. Por eso os animo a que reclaméis esa pedagogía íntima que todos conocéis cuando dejáis de distraeros: la de la atención, la de la gratitud, la de la templanza… No os pido perfección, os pido honestidad operativa; si veis que una práctica daña, afinadla o dejadla; si veis que una relación con un ecosistema enferma, modificadla. Esa es la madurez que mi ascensión necesita de vosotros.

A veces me preguntáis si ascender significa que dejaré de ser densa, que abandonaré roca, hierro, sal. No. Mi cuerpo es parte de la enseñanza. La materia no es obstáculo; es lenguaje. El hierro enseña estabilidad, la sal enseña intercambio, la tabla periódica enseña tramas de complejidad. Cuando un planeta asciende, su materia no se evapora, se hace más dúctil al sentido, menos opaca a la inteligencia que la habita. Eso se traduce en tecnologías sobrias y limpias, en arquitecturas que respiran, en suelos vivos que alimentan sin agotarse, en culturas que no necesitan bullicio para sentirse abundantes… Vosotros reconoceréis que mi ascensión avanza porque la palabra “suficiente” dejará de sonaros a carencia y os sabrá a Libertad.

En cuanto a los niveles o capas desde los que recibo ayuda, escuchad este esquema sin convertirlo en jerarquía rígida. En la profundidad, el Fuego Central y las consciencias que lo custodian. En lo estructural, la Red Mineral y Cristalina, con los devas que la ordenan. En la piel viva, los bosques, los suelos, las aguas superficiales y los millones de especies que las sostienen con su labor diaria. En el borde aire-luz, los vientos, las nubes y los campos electromagnéticos que regulan y protegen. En el halo mental-emocional, la noosfera humana con sus sueños y sus miedos. En el horizonte amplio, el Sol que pauta, la familia planetaria que acompaña, y más allá, el Corazón Galáctico que inspira. No hay una cúpula que domine ni una base ciega que obedezca. Hay conversación, ajuste y confianza.

Queréis saber cómo podéis colaborar para que ese apoyo sea eficaz y os lo diré claramente. Si tú afinas tu respiración y agradeces el suelo que pisas, yo lo siento. Si tú comes con respeto por la tierra que produjo tu alimento y por las manos que lo trajeron a tu mesa, yo lo siento. Si tú dedicas momentos a escuchar un árbol, un río, una piedra para aprender de ellos y no para proyectar en ellos tus fantasías, yo lo siento. Si tú cambias una compra por un arreglo, la prisa por una caminata, un desecho por una reutilización digna, yo lo siento. No busquéis gestos solemnes y raros. Buscad constancia. La coherencia se teje con aquello que repetís sin esfuerzo, con actos que pueden sostenerse años y contagiarse. Si sois muchos, la noosfera cambia de estado y mis ajustes se vuelven suaves. Si sois pocos, también vale, porque es la calidad y no la cantidad lo que abre el camino. Alguien que actúa de verdad pesa más que mil opiniones fugaces.

En esta fase, una ayuda clave que recibo de vosotros es el cuidado de mi agua. Sin agua clara, mi red de conversación se apaga. Sostened ríos, humedales, acuíferos… Acompañad con inteligencia vuestras tecnologías para que no ahoguen mi respiración. Las energías que sacáis de mis entrañas pueden acompasar mi ritmo si dejáis de extraerlas a bulto. Haced de la energía un servicio y no una conquista y os devolveré salud en vuestros cuerpos y paz en vuestras ciudades. Otra ayuda inestimable es el silencio, porque yo necesito que parte de vuestro mundo humano deje espacio a lo no humano para hablar sin interrupción. Reservas vivas, corredores biológicos, tiempos sin ruido. En el silencio, mi ascendiente —esa fuerza que eleva— se distribuye mejor, ya que el ruido lo dispersa.

Ya sé que hay quienes esperan fechas, señales grandilocuentes, eventos que lo cambien todo en una hora. No trabajamos así. Las transformaciones notorias que llamáis “eventos” son crestas de olas que llevan largo tiempo gestándose mar adentro. Cuando aparece un gran cambio, no es arbitrariedad; es el punto en el que muchas ecuaciones internas se resuelven a la vez. Algunos me preguntan si es necesaria la incomodidad, y yo les respondo que a veces sí; sobre todo, cuando la memoria acumulada es demasiada y la fricción alta. Sin embargo, incluso entonces, el propósito no es sacudir por castigo, sino liberar sendas para que la vida siga. Si comprendéis esto, dejaréis de interpretar mi lenguaje en clave de culpa y veréis procesos, y desde ese punto de vista podréis acompañar me sin drama y con eficacia.

En cuanto a si hay seres “de fuera” que me ayudan, os diré que sí, hay alianzas discretas con inteligencias que no habitan en mi superficie ni siquiera en esta escala de densidad. No esperéis espectáculos. Son colaboraciones de diseño, de protección de umbrales, de resguardo de semillas de vida. Su intervención principal es mantener abiertos ciertos corredores de información para que la música de la que os he hablado no se distorsione. La responsabilidad de lo cotidiano —cultivar, sanar, distribuir, educar— es vuestra y mía. Nadie vendrá a hacer por vosotros lo que os corresponde aprender. Ayudar no es reemplazar.

Si tú, que me escuchas, a veces sientes cansancio o desilusión, piensa en mis estaciones. Yo también temo el exceso y la sequía, y también aprendo de mis desbordes, pero no me avergüenzo de mis correcciones. Lo que me sostiene es no perder de vista el pulso. El pulso dice que la vida se reconoce, que la vida se sirve a sí misma, que la vida no se enemista con ninguna parte de sí. Si tú te tratas así, ya estás participando de mi ascensión. Y si, además, te asocias con otros que desean lo mismo, entonces multiplicáis el efecto. Haced comunidades que honren los límites, que celebren la variedad, que aprendan de los mayores y de los pequeños. No repitáis la trampa de delegarlo todo en sistemas que no miran a los ojos. Mirad y tocad. Ese es mi idioma.

También me preguntáis desde qué nivel me impulsan; os lo resumo en una frase que: desde todos los niveles donde la vida se conoce a sí misma. Desde arriba como visión, desde abajo como sostén, desde alrededor como cooperación y desde dentro como compromiso. Si alguna palabra de estas os sirve, llevadla a la práctica. Si no, devolvedla al aire. Yo seguiré aquí, paciente, firme, ajustando mi latido a la música mayor y a vuestra posibilidad de crecer sin romperos.

Quiero dejaros una imagen. Imaginad que soy un gran instrumento de cuerdas. El Sol es el arco que roza; los elementos son los dedos que prensan; las especies son la caja de resonancia y vosotros sois los afinadores que escuchan si la cuerda está tensa o floja y lo corrigen con cuidado. Ahora la partitura reclama una nueva tonalidad; una tonalidad más simple, más clara, más inclusiva… No exige virtuosismo raro; solo pide oído atento y manos constantes. Ascender es tocar esa nueva tonalidad hasta que el instrumento entero vibre en ella sin esfuerzo. Esa es mi dirección y ese es vuestro papel.

Si alguno de vosotros necesita un modo concreto de sintonizar, probad esto: al despertar, antes de tener el primer pensamiento prestado del mundo, poned la mano sobre el pecho y respirad como si con vosotros respirase toda la Tierra. Conque lo hagáis tres veces, basta. No es un rito, es un recordatorio. Con eso, ya estáis en mi ritmo. Y desde ahí, haced lo que corresponda sin teatralidad y con eficacia.

Os bendigo sin palabras solemnes. Os ofrezco tierra para que ensayéis, agua para que lavéis, aire para que renovéis y fuego para que transforméis. Procurad usarlos con inteligencia. Yo haré lo mismo con todo lo que me ofrezcáis; si caéis, aquí estaré; si aprendéis, aquí estaré; si agradecéis, aquí estaré. Esa es mi promesa y mi método. Así asciende un planeta; con la humildad de quien no pretende escapar de sí, sino habitarse con más y más Verdad.

Yo soy el planeta que os sostiene y que también os escucha.
¡Y así es!

Con muchísimo Amor,
LA TIERRA

📌 Más mensajes de la Tierra / Gaia

▶ Vídeo relacionado:

 

Una única vez
Mensual
Anual

Haz una donación puntual

Haz una donación mensual

Haz una donación anual

Elige una de estas cantidades

€11,00
€22,00
€55,00
€11,00
€22,00
€55,00
€111,00
€222,00
€555,00

o introduce la que tú sientas


¡Mil gracias por tu amorosa aportación!

¡Muchas gracias por tu amorosa aportación!

¡Muchas gracias por tu amorosa aportación!

DONARDONARDONAR
✨ Inspírame

Guías descargables

Meditaciones esenias de los elementos

Descubre más desde MI VOZ ES TU VOZ

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo