«Siempre hay dos caminos: El de la razón es el que has recorrido desde que naciste en esta vida. El del corazón es el camino original.»
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Los seres humanos que están en la Tierra son como jóvenes aprendices, ya que tienen que probar su persistencia y resolver las dificultades para avanzar en el aprendizaje, lección tras lección, progresando a cada paso, de modo que a lo largo del viaje puedan, gracias a la acumulación de aprendizaje, ejercer plenamente su Maestría Divina.
Sin embargo, a medida que avanzan junto con los estudiantes en evolución, su fe se tantea en todo momento, sometiéndolos a pruebas en las que necesitan tomar decisiones, y es la primera opción la que siempre les parece la más razonable, de acuerdo con sus valores y principios.
La segunda opción, que casi nunca se considera, es la elección de la fe, saber que antes de tomar una decisión, uno debería visitar el silencio de la meditación a través de la introspección, para permitir que el alma, el Ser Superior, surja y te inspire para saber cuál será la mejor para ti.
Siempre hay dos caminos: El camino de la razón y el camino del corazón.
El camino de la razón es el camino que has recorrido desde que naciste en esta vida, tal y como lo fue en las vidas anteriores. Y te parece que trabajaste duro y progresaste poco.
¿Eres feliz? ¿Esa sería la pregunta? Piensa honestamente al respecto.
El camino del corazón es el camino original, el primer camino, el camino divino que siempre ha sido y siempre será el camino más corto hacia la felicidad.
Vuestro mundo de hoy, está dividido y confundido porque todos tienen su razón, y en la conciencia colectiva, hay una gran confusión que muchos llaman caos.
La razón es una herramienta creada por el ser humano cuando está encarnado para tratar de dar sentido a las cosas de su mundo, un mundo que es ilusorio.
El corazón, tu llama divina y eterna, te acerca a la humildad de la que el Maestro Jesús siempre hablaba cuando estuvo entre vosotros.
Mientras te sientas, meditas y entras en un terreno desconocido, hay silencio, un silencio brutal, roto por miles de pensamientos confusos que fluyen rápidamente de tu mente consciente, lo que te dificulta la labor de concentrarte, pero permite que fluyan, tan a menudo como sea necesario, porque son como desperdicio emocional acumulado que necesita mostrarse para disolverse.
Junto con el silencio viene la oscuridad, no la oscuridad de la oscuridad, sino la falta de luz.
Por lo tanto, a medida que avanzan en el camino desconocido de vuestro corazón, encuentran silencio y falta de luz, seguido de pensamientos acelerados que circulan sin cesar.
Sin embargo, si insistes en entrar en ese mundo desconocido, en ese «tu» mundo que es «UNO» con el Universo, con Todo lo que es, y cuanto más profundices, más largos serán los períodos de silencio y tranquilidad, hasta que halles la bendita calma que el alumno encuentra cuando completa su primer ejercicio de relajación y meditación y se deja fluir en sí mismo.
El ser humano que practica la meditación muestra al universo toda su humildad al reconocer que es UNO con el universo, al permitirse humildemente mezclar sus energías con las energías amorosas de la Madre Tierra y del universo y de la conciencia colectiva.
La paz y la armonía que el alumno encuentra dentro de su propio corazón, se expande exponencialmente a su alrededor, creando olas de paz y armonía que se extienden no solo a su alrededor, sino a través de su planeta y en todo el universo infinito.
Todos somos uno.
El alumno, mientras se sienta humildemente con la intención de meditar, sabe que poco a poco está descubriendo el terreno desconocido y tiene una mayor comprensión de las cosas de su vida y su mundo. Y esto, es el resultado del estrechamiento de su conexión del espíritu encarnado en el cuerpo humano con El Universal, del cual todos somos parte divina.
Y a medida que practicas la meditación como una herramienta diaria, aplicada cada vez que tienes que tomar una decisión, el uniforme en mal estado del aprendiz comienza a disolverse, dando paso a la hermosa capa sagrada del Maestro que eres y siempre has sido. Es la Alquimia Divina que se revela en todo su esplendor.
La meditación no tiene que ser larga, solo tiene que ser sincera, solo ha de tener la intención de permitir que vuestro corazón guíe vuestro camino, para que vuestras decisiones sean siempre las mejores y las de mayor bienestar para todos.
Ese es el camino.
Muchas son las lecciones y muchas las técnicas de elevación, todas son oportunas y propicias, pero un factor une todo el conocimiento y la sabiduría: el amor lo es todo.
Sumergirte en tu corazón es un salto de fe hacia Dios.
¡Cierra tus ojos!
¡Respira profundo!
….
Hay un mundo maravilloso esperándote…
Yo Soy Saint Germain
Canalizado por Adriano Pereira
Traducción: Patricia Gambetta, redactora en la Gran Familia de La Hermandad Blanca
Fuente: mestresascensionados.blogspot.com
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