La renunciación no es en sí misma un fin, sino un medio para conseguir un fin.

El renunciante auténtico es el que vive –sea cual sea su modo externo de existencia– para Dios primero. Lo que realmente importa es amar a Dios primero y guiar tu vida para complacerle. Cuando así procedas, conocerás al Señor.

Renuncia de corazón a todo, y toma plena conciencia de que sólo estás representando un papel en la intrincada película cósmica, un papel que tarde o temprano habrá de finalizar. Y así como olvidas los sueños, de igual modo olvidarás ese papel.

El medio ambiente crea en nosotros la ilusión de que nuestras responsabilidades y pruebas actuales son muy importantes. Elévate por encima de esa conciencia pasajera. Percibe a Dios en tu interior de tal manera que Él se convierta en la única influencia que modele tu vida.

Una persona perezosa jamás encuentra a Dios. Una mente ociosa se convierte en el taller del mal. Pero quienes, deseando solamente a Dios, trabajan por su propio sustento, sin ningún interés por los frutos de la acción, aquéllos son verdaderos renunciantes.

PARAMAHANSA YOGANANDA

Self-Realization Fellowship

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