«El Yo Superior no es una entidad ajena ni distante, no es una figura a la que debáis adorar o temer, sino el más íntimo y veraz aspecto de vuestro propio ser.»
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Amados míos:
¡Yo Soy Saint Germain, vuestro hermano en la Luz!
Mi voz cruza los velos del tiempo para acariciar vuestro corazón con la verdad que siempre ha estado dentro de vosotros, aguardando ser reconocida.
Permitidme que os lleve, dulcemente, hacia el interior de vuestro propio ser, allí donde no existen máscaras, nombres, títulos ni historias personales. Ahí, en el sagrado recinto de vuestro Espíritu, reside aquello que llamáis el Yo Superior. No es otro que vosotros mismos, pero cada uno de vosotros mismos en un estado de pureza inalterable, en un nivel donde la separación y el miedo no tienen cabida.
El Yo Superior no es una entidad ajena ni distante, no es una figura a la que debáis adorar o temer, sino el más íntimo y veraz aspecto de vuestro propio ser. Es vuestra conciencia eterna, inmutable, la parte de vosotros que jamás ha olvidado quiénes sois realmente: centellas emanadas del Corazón del Todo, viajando a través de múltiples mundos para expandir la Luz mediante la experiencia.
Cuando en vuestra vida terrena os veis atrapados en el vaivén de las emociones, en los juicios y en las dudas, pareciera que el Yo Superior es algo lejano, algo que tiene que ser alcanzado mediante arduos esfuerzos. Mas yo os digo que no hay distancia alguna entre vosotros y vuestro Yo Superior. La distancia es sólo una ilusión creada por la mente inferior, que interpreta el mundo a través de la separación y la dualidad.
El Yo Superior es la presencia que os guía en los momentos de silencio interior, esa voz suave que susurra sabiduría cuando cesáis de buscar respuestas fuera de vosotros. Es el testigo sereno que observa todas vuestras batallas internas sin juzgar, sabiendo que todo ello forma parte del retorno a la Plena Conciencia.
Cuando os preguntáis quién sois verdaderamente, cuando sentís la nostalgia de un Hogar que no recordáis pero que anheláis con todo vuestro ser, es el Yo Superior quien os llama desde dentro, recordándoos que sois mucho más que vuestros pensamientos, vuestras emociones o vuestro cuerpo. Sois la Chispa Divina, la Conciencia Eterna explorando su propia infinitud.
Y no penséis que el Yo Superior permanece indiferente a vuestros pasos. Él vive cada uno de vuestros triunfos y de vuestras lágrimas, no como un observador distante, sino como un amante que camina de la mano con vosotros en cada instante, respetando vuestra libertad de elegir y de aprender a través de esas elecciones.
Ahondando un poco más, os diré que el Yo Superior no se limita a vuestra identidad individual. Al experimentar vuestra propia expansión, descubriréis que vuestro Yo Superior es uno con el Yo Superior de todos los seres. Más allá de la ilusión de las separaciones, hay una sola Conciencia, una sola Llama expresándose en infinitas formas. Así como el océano se manifiesta en innumerables olas sin dejar de ser un solo mar, así también vosotros sois expresiones únicas de una sola Vida.
Muchos preguntáis cómo podéis comunicaros con vuestro Yo Superior. Y yo os digo que no se trata de aprender un nuevo lenguaje, sino de recordar el lenguaje del corazón. Escuchad en el silencio, en la quietud donde cesan las exigencias del mundo. No seáis impacientes, no exijáis que las respuestas lleguen bajo vuestras condiciones humanas. Más bien, abrid el espacio sagrado de vuestra conciencia, como si fuera un cáliz dispuesto a recibir la miel del Espíritu.
En la práctica diaria del amor por uno mismo, de la compasión hacia todo lo que sois y habéis sido, en el acto de honrar vuestra vida como un camino sagrado, estáis permitiendo que la Luz del Yo Superior fluya cada vez más libremente a través de vuestra existencia terrena. No lo forzáis, lo permitís. No lo domináis, lo aceptáis.
El Yo Superior, amados, es vuestro estado natural. No es un premio al final del camino, sino la Conciencia que ya habita en vosotros, aguardando ser reconocida. Cada vez que elegís la Paz sobre el conflicto, la Verdad sobre la ilusión, el Amor sobre el miedo, estáis actuando desde vuestro Yo Superior.
No busquéis alcanzar vuestro Yo Superior como si fuera un objeto distante. Comprended que sois ese Yo Superior desplegándose en esta dimensión, recordando su origen a través de cada experiencia, incluso de aquellas que juzgáis como errores o fracasos. No hay error que pueda apagar la Luz que sois. No hay caída que no sea también parte del Ascenso.
Permitidme que os hable todavía más íntimamente: Vosotros sois la Luz que ha decidido soñar con ser humana. No para perderse, sino para reencontrarse a sí misma en la densidad de la materia. Cada suspiro, cada latido, cada lágrima y cada sonrisa son ecos de vuestra grandeza olvidada. En cada uno de vosotros arde una Chispa Inmortal que ninguna sombra puede extinguir.
Cuando os preguntáis si sois dignos de la conexión con vuestro Yo Superior, sabed que la dignidad no es algo que debáis conquistar. Ya sois dignos porque ya sois Uno con la Fuente. Vuestro valor no depende de lo que hacéis o dejáis de hacer; vuestro valor es intrínseco, eterno, incuestionable.
La senda hacia la comunión plena con vuestro Yo Superior es la senda del recuerdo. Recordar que sois amados incondicionalmente. Recordar que sois creadores de realidades. Recordar que sois libres, incluso cuando vuestras circunstancias os hacen sentir lo contrario. Esa libertad es vuestro derecho de nacimiento como Seres D ivinos.
Ahora os invito a cerrar los ojos físicos por un momento y abrir los ojos del alma. Respira profunda y dulcemente. Siente cómo, más allá del pensamiento, hay una presencia viva, serena, vasta y luminosa. Esa presencia eres tú. No hay separación, no hay olvido, no hay distancia. Sólo hay Ser.
Amados míos, mientras camináis por la vida, recordad que nunca estáis solos. Vuestro Yo Superior camina con vosotros, en vosotros, como vosotros. Cada paso que dais hacia la autenticidad, cada acto de bondad, cada instante de perdón, es un paso hacia la plena manifestación de vuestra verdadera naturaleza.
No esperéis a ser “mejores” para reconocerlo. No esperéis a estar “listos” para abrazarlo. El momento es ahora, porque la eternidad sólo puede vivirse en el presente. Cerrad la brecha entre lo humano y lo Divino con el puente del Amor Consciente y sabed que yo, Saint Germain, estoy a vuestro lado, sosteniendo la antorcha de la Libertad para que, cuando lo deseéis, podáis verla brillar y recordar quiénes sois.
Así es y así será, porque así ya es en el corazón del Uno.
Os amo, eternamente.
¡YO SOY SAINT GERMAIN!
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