ESCUCHA…
LEE…
Ahora, queridísimos amigos, voy a hablaros del proceso de Ascensión.
La iluminación no es algo que está al final del camino, no es una meta ni un objetivo, de hecho verlo así te imposibilita disfrutarla. La iluminación consiste en habitarte totalmente. Un iluminado no es un ser perfecto, en el sentido de que tiene que ser o comportarse de una manera determinada, como si hubiera algo mejor y algo peor. Hermano, la totalidad habita todas las formas de ser. Ser perfecto es serlo todo, es ser lo malo sabiendo que lo malo no es malo. Ser perfecto es vivirlo todo y permitir que ese todo viva en el todo y en la parte. Y la ciencia ya lo sabe.
Ser un iluminado no es algo que no seas ya en este momento y que en algún otro momento llegarás a ser. Tú crees que un iluminado vive de una manera específica o hace cosas extraordinarias y no es así. En realidad, ahora, en este preciso instante, ya eres la totalidad. Ya sé que te cuesta aceptar esa idea, sé que tienes muy presente el dolor y la separación, sé que vives el dolor de verte separado y experimentas sus efectos, pero te lo digo de nuevo, en este preciso instante ya eres ya la totalidad del universo; en realidad, en ti no hay ni un rastro de separación, no lo hay porque no existe.
Tú creas tu propia oscuridad por tu obstinación en pensarla, eres tú quien la hace real. Hoy por hoy eres la totalidad que habita en una dimensión en la que es posible creer que no se es y tú adoptas esa creencia. El dolor de sentirte separado y carente es algo que se vive de una manera muy real, tu cerebro está codificado para creerlo como algo constitutivo de tu existencia, es el efecto de una visión y tú haces el dolor tan real que puede llegar a constituir toda tu realidad. Así lo diseñamos tú y yo.
¿Cómo podría convencerte de que el dolor y la separación solo existe como creación tuya? Primero tienes que comprenderlo y convencerte de que el plan de hacer realidad el dolor es una elaboración tuya. Tú decidiste con un detalle asombroso tu visión de separación con su correspondiente dolor. Desde tu perspectiva, sería algo así como afirmar que todo el “daño que recibes” obedece a un diseño premeditado que tú mismo creaste para ti. Tú decidiste ponerte en una posición en la que te convencieras de que no eras la totalidad. Todas las barreras para reconocerte como un ser total han sido creadas por ti. De hecho, cuando entiendes eso, quieres hacerlo una y otra vez, deseas ponerte otra vez en esa posición.
Si en este momento te centras y desde todo tu poder eliges ser la totalidad, no generas un gran cambio en tu experiencia porque cuando lo eliges así, reafirmas en tu mente que no eres un ser total y por eso tienes que hacer una elección, como si tuvieras que dirigirte a un lugar en el que no estás, aunque sólo se dirige a la Luz quien cree que habita la oscuridad. El camino no es transitar a una tierra prometida, a un espacio vital con las circunstancias perfectas para tu mayor gozo y plenitud, porque ese espacio es precisamente el que estás viviendo ahora. Amadísimo amigo, ¿por qué sigues suponiendo que llegará un día que entenderás todo y por fin te iluminarás? ¿Por qué sigues despreciándote? Sigues creyendo en la separación y te aferras a sus efectos. Si ahora mismo eres la totalidad, ¿por qué no lo aceptas? ¿No puedes verdad? En cuanto intentas hacerlo te asaltan toda clase de temores y te llenas de angustia. Sí, amigo, aceptarte como un ser total quizá produzca más miedo que experimentar la separación. La separación no tiene reparos en mostrarse, entra en ti con una facilidad insultante, te atrapa en segundos. ¿Y sabes por qué? Porque es la mente quien la crea; la mente es separación, frustración y dolor, esa es su esencia,. En el mundo mental, la reina se mueve con soltura, los juicios se elevan de manera automática, vives inmerso en sus dominios y en ahí las paredes son oscuras y la luz no se percibe. ¿Eso es malo? No, “eso es.” Tú eres una unidad simbiótica de mente y espíritu. Tu mente crea la separación y su correspondiente dolor; sin embargo, tu Espíritu no deja de iluminar cada fracción de tu experiencia.
Si pudiéramos hablar de una meta o final del camino, sería a base de que comprendieras que todo es realmente perfecto y está siendo abrazado por la Totalidad del Amor. Es más, eso es exactamente una expresión pura y genuina de la Totalidad más intensa y embriagadora. El efecto de ese pensamiento, te llevará a rendirte y entregarte al Espíritu.
Cierra los ojos y examina la última semana que has pasado. Repasa lo que hiciste, fíjate en todo aquello que te pareció que pudo ser mejor y, después, baña esas imágenes en una intensa luz dorada. Ahora di: «Todo lo que hago brilla con una intensidad total.» «Todo lo que hago es perfecto y digno de ser hecho.» «Yo Soy un ser total y sólo genero totalidad.» Es muy posible que, al decir tales frases, te asalten pensamientos o juicios destinados a desestimar tus palabras. Son precisamente esos juicios los que hacen que tus acciones parezcan que no son luminosas. Podrías pensar que hay acciones que objetivamente son producto de la separación y que cómo puede haber totalidad en denigrar, lastimar, herir o asesinar. Entonces, tu mente se llena de juicios y más tarde de miedo porque se sabe capaz de todo eso y procura rechazar la oscuridad que cree que es lo que origina más separación. Te dices que no quieres lastimar a nadie, que tienes mucho miedo de hacerlo y, al pensar así, ya estás lastimando a alguien. ¿Sabes a quién? ¡Pues a ti mismo! ¿Te das cuenta? ¡Por miedo a lastimar, lastimas!
Imagina que, a partir de ahora, dijeras que eres la totalidad lastimándote y lastimando a los demás. Seguramente, cuando volvieras a lastimarte y lastimar a los demás, nacería un pensamiento en ti parecido a este: «Sí soy totalidad, que lo soy, lastimarme a mí y a los demás ya no me resulta necesario.» Entonces, sin ningún esfuerzo, dejarías de lastimarte a ti y a los demás y quizá te darías cuenta de que la persona que eras antes es igual de luminosa que quien eres ahora. Porque justamente el reconocimiento de la totalidad que ya somos, hace que sea la misma totalidad la que se manifieste. Tu creencia en verte como un ser separado, manifiesta separación; en cambio, saberte la totalidad manifiesta unidad y la única manera de manifestar la unidad es dejando de creer en la separación y permitir que tu totalidad emerja.
Actualmente, mantienes una forma de vida que te causa dolor y quieres erradicarla porque consideras que eso no proviene de la totalidad. La pregunta es: ¿Qué es lo que no proviene de la totalidad? ¿Tu forma de vida o tu interpretación de tu forma de vida? ¿No es acaso tu interpretación la que causa en ti la frustración y el sufrimiento? Ahora bien, aunque cambiaras tu interpretación, seguirías teniendo la misma experiencia, pero, eso sí, exenta de sufrimiento. Así, experimentarías esa experiencia hasta que tu visión corregida terminara por crear, sin ningún esfuerzo por tu parte, una nueva realidad, una en conformidad con la totalidad que eres y no con la separación que crees que eres.
Amadísimo hermano, hoy mismo puedes vivir iluminado. Obsérvate a ti mismo y exclama: «Yo Soy la totalidad y nada más que la totalidad más allá de mi forma de vida; por lo tanto, toda forma de vida que adopte es total y no porque lo sea en sí misma, sino porque la llevo a cabo yo. Todas mis obras pertenecen a la totalidad porque Yo Soy su creador.» Di eso y repítelo constantemente, todos los días a todas horas. Si lo haces, tu mente entrará en conflicto y arrastrará a tu cuerpo y todas tus emociones al conflicto; tu mente rechazará esa idea y se revelará y, en esa rebeldía, comenzará a atraer todas las ideas del cosmos que son afines al conflicto. Entonces, podrás vivir episodios muy intensos y hasta tu cuerpo podría manifestar enfermedades y dolencias. Y aún así, por encima de todo, seguirás afirmando: «Yo Soy la totalidad y nada más que la totalidad.» Así, poco a poco, tu mente irá aceptando esa idea, que es la que realmente obedece a la realidad. Irá entendiendo que lo que realmente es, es aquello que está conectado al Todo y que la separación tan sólo es tu negativa a la totalidad.
Ya sé que lo has entendido, pero quiero explicarlo con un ejemplo: Imagina que estás en una estancia plenamente iluminada, y tienes los ojos vendados. El espacio rebosa luz, pero tu experiencia es oscura. Si yo te preguntara si hay oscuridad, tú me dirías que sí y eso para ti sería real y como tal lo experimentarías; te tropezarías con cualquier cosa, afirmarías que el lugar está lleno de trampas y obstáculos, al tropezarte te lastimarías y las heridas serían muy reales para ti. La cuestión es que para ti sería casi imposible quitarte la venda porque ignoras que la tienes puesta o no sabes cómo quitártela y, al intentar hacerlo, quitártela implicaría un desgarro mental, corporal y espiritual. El proceso más bien es conseguir que la venda se haga traslúcida, transparente, a través del amor a ti mismo. Recuerda que ya se dijo que el amor por uno mismo es la única actitud que se pide. «Ámate hasta que no te diferencies de los demás», se te dijo, ¿lo recuerdas? Habitar la totalidad, aquí representada por la luz, es habitarte a ti porque tú eres un ser divino. Recuerda que eres Dios viviendo una experiencia humana.
En tu tiempo hay una creencia muy arraigada de que la totalidad tiene que ver con tu estado emocional. Las personas creen que están habitando la totalidad cuando se sienten fenomenalmente bien y, por el contrario, cuando se sienten “mal” consideran que están habitando la separación. Esa creencia les limita y no les permite evolucionar. Sentirse bien es la consecuencia de aceptar la totalidad que eres y nunca al revés. Cuando te convenzas de que la totalidad que eres lo abarca todo, lo posee todo, lo penetra todo, entonces estarás listo para comprender tu totalidad y podrás sentir sus efectos; es decir, la satisfacción, la paz, el gozo…
Ya sé que ya te lo han dicho mil veces y hoy te lo repito, porque quizá a base de repetirlo se vuelva de una vez por todas parte de tu consciente: Toda experiencia es perfecta y digna de ser vivida; toda experiencia está impregnada de totalidad porque eres tú quien la lleva a cabo.
LA MULTIMENSIONALIDAD
Tú eres un ser multidimensional, ahora mismo habitas en múltiples dimensiones. En este preciso instante habitas la dimensión de la Totalidad, la Dimensión Divina. Visto así, no hay Dios fuera de ti mismo, todos partimos de la misma célula, la Célula Divina de la Totalidad y la Unidad. En otra dimensión, comienza la creencia de que esa célula se divide en, podríamos decir para que lo comprendas, el principio y el fin, el alfa y el omega, el masculino y el femenino, el dar y el recibir… En otra dimensión, puedes experimentar la creencia de la luz y la oscuridad, de la armonía en la conciencia del Todo y en la desarmonía, en la abundancia y en la carencia… En ciertas dimensiones, experimentas la ilusión de la materia y en otras la creencia del bien y del mal.
¡Tu ser habita todas las dimensiones! Sí, amigo mío, así como lo oyes; en este preciso instante, estás habitando todas las dimensiones, y no sólo de una manera única sino múltiple; es decir, estás en una misma dimensión experimentándote de múltiples maneras y a través de múltiples conciencias. Aquí en la Tierra, estás viviendo a través de tu experiencia personal, pero al mismo tiempo lo haces a través de tu familia, de tu clan, de tus amistades y de tu sociedad, y también a través de los animales, las plantas y los minerales. Y si expandes tu mirada, podrás comenzar a entender que también en este preciso instante, te experimentas a través de los planetas, los sistemas solares, las galaxias y a través de otras formas de vida que habitan el universo, unas con libre albedrío y otras sin él. En el universo todo es consciente porque tú lo eres y lo vivificas, y eso es así porque tú eres Dios.
Es muy posible que todo esto te parezca absurdo porque estás enfrascado en tu dimensión consciente, te atormenta la idea de que tienes que sostener tu existencia en la materia y no te abres a la realidad de tu totalidad porque no la sientes. Cuando algo te duele y sientes ese dolor en sus múltiples facetas, te obligas a ti mismo a verte únicamente en función de tu dolor y, en ese momento, creas la separación. Tú mismo decidiste experimentarte en esta dimensión y te vendaste los ojos para no ver la totalidad, por eso ahora ves tu realidad actual como oscura; sin embargo, ella te reta a que descubras la totalidad que ya eres precisamente en este mismo momento bajo esta experiencia concreta.
La idea es que traigas tu multidimensionalidad a tu visión unidimensional. Para ello, primero tienes que convencerte de que también habitas en la dimensión de la Célula Divina, aún cuando la venda de tus ojos parezca impenetrable y te arrastre violentamente a esta otra dimensión de la que sí eres consciente. Antes de experimentar los efectos de la Dimensión de la Totalidad, tienes que convencerte de que también la habitas y la mejor manera que tienes para hacerlo es abrazando tiernamente toda la separación de tu dimensión actual, porque una dimensión incluye la otra. No están separadas, más bien funcionan como círculos concéntricos. Observa esto: la oscuridad sólo puede ser iluminada por la luz, y la luz no ilumina la oscuridad rechazándola, desplazándola o negándola, más bien al contrario, la luz penetra en la oscuridad y la transforma. Al iluminar, la luz no crea un nuevo espacio, sino que toma el espacio existente y lo llena de brillo. Es la misma oscuridad, que ahora está iluminada, La luz no le quita nada, tan sólo toma todo lo que es y hace que brille. El efecto de la totalidad es la satisfacción, la paz el gozo, pero eso es el efecto y, en el plano en el que te hallas, nunca podrás disfrutar del efecto si no vives el proceso.
Es por eso que a ti, desde el punto de vista de una dimensión de no separación, te encanta venir a este plano para vivir procesos de descubrimiento de tu totalidad. En tu dimensión terrestre, el diseño de los procesos de totalidad son majestuosos, y muy orgullosamente te digo que eso lo diseñamos entre tú, yo y todos los seres que se han encarnado durante los últimos milenios en la Tierra. Ahora ha llegado el momento de que un número suficiente de encarnados comprenda el proceso de totalidad y lo viva. Así lograrán que esta información llegue al consciente colectivo, a la gnosfera, para que entonces la Madre Tierra pueda guiarlos a la nueva dimensión. Esto último es posible porque el pensamiento es esencialmente comunitario; tú sigues creyendo en la separación, en el dolor, porque existe esa creencia comunitaria. Entre todos conforman una sociedad que convierte en realidad el dolor, la separación y el miedo.
Ahora bien, para el proceso de ascensión es necesaria una masa crítica de encarnados conscientes de su divinidad y que vivan como tales, precisamente porque la experiencia individual no constituye toda la realidad de la experiencia humana. Ustedes están íntimamente ligados unos a otros, su pensamiento es comunitario y, en gran medida, piensan en función de su clan. Aquellos que van adquiriendo más conciencia, pueden ver las creencias que les fueron impuestas y decidir mantenerlas o modificarlas. Eso es justamente los que les invito a que hagan: abran su conciencia y revisen qué pensamientos les conviene conservar y cuáles desechar. Así cada uno irá abonando al pensamiento comunitario un pensamiento novedoso hasta que llegue el momento en el que el viejo paradigma sea remplazado por el nuevo y, cuando eso suceda, la ascensión será evidente: la era del miedo terminará y comenzará la del Amor.
Amadísimos amigos, mi corazón se expande con la esperanza de que muy pronto podamos unirnos en el Amor. Deseo con toda la fuerza de mi corazón que cada vez sean más las personas que se abran a su propia ascensión y que, al hacerlo, abonen la semilla de este proceso global que ya está en marcha y que no tiene vuelta atrás.
¡Y así es!
Yo Soy Ha-Artemisa y los abrazo muy amorosamente.
Canalizado por Pedro Merino
Haz una donación puntual
Haz una donación mensual
Haz una donación anual
Elige una cantidad
O escribe la que tú sientas
¡Mil gracias por tu amorosa aportación!
¡Mil gracias por tu generosa aportación!
¡Mil gracias por tu generosa aportación!
DonarDonar mensualmenteDonar anualmente