«El Amor no es la meta, es el camino que se vive a diario en la materia.»

El amor en acción es el eje central de este mensaje de María Magdalena y Jeshua, una enseñanza que te propone manifestar Amor Consciente en cada acto cotidiano como fuerza real de transformación.

Mensaje de María Magdalena y Jeshua

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Queridos amigos:

Mª Magdalena y yo no encarnamos para ser admirados, sino para activar un principio vivo: el Amor en Acción como fuerza real de transformación. Ese principio es actualmente la base del proceso que llamáis Ascensión, y ya no admite interpretaciones abstractas ni promesas futuras; se vive o no se vive.

La Ascensión no es una elevación ni una evasión de la materia, es una integración. Es la capacidad de sostener una frecuencia de amor consciente en la vida cotidiana, mientras se elige, se trabaja, se habla y se responde. El amor que no se traduce en actos permanece incompleto. Por eso, desde el inicio, la enseñanza no fue teórica, fue manifestada. El Amor debía ser visto, sentido y experimentado tanto en las relaciones como en la responsabilidad personal.

El Amor en Acción no se basa en la complacencia ni en el sacrificio, sino en la presencia lúcida. Se trata, por ejemplo, de decir la verdad sin violencia, de poner límites sin cerrar el corazón, de cuidar sin controlar, de comprometerse sin perderse… Esa manera de amar eleva la conciencia porque ordena la energía interna y alinea al ser humano con su naturaleza esencial. No hay Ascensión posible desde la evasión, el victimismo o la espera pasiva.

Hoy, la humanidad se halla en un punto decisivo porque ya no basta con comprender tales principios. Muchos los entendéis, los sentís y los compartís con palabras. Pero el proceso actual exige que sean encarnados en la materia. Exige que el Amor se manifieste en cómo tratáis vuestro cuerpo, en cómo gestionáis vuestras emociones, en cómo os relacionáis con los demás y de qué modo participáis en la vida colectiva. La frecuencia no se sostiene con intención, sino con acción constante.

El Amor Crístico que sembramos en aquel entonces no hace distinción entre lo espiritual y lo humano. No lo separa. No sitúa la conciencia en un plano elevado mientras descuida la materia. Al contrario; cuanto más alta es la frecuencia, mayor es la responsabilidad de vivir coherentemente. Ascender es amar más, no evadirse. Es hacerse cargo de la propia sombra sin proyectarla. Es dejar de esperar que el mundo cambie para poder amar.

La época actual ya no reclama héroes ni mártires, sino seres humanos íntegros. Personas capaces de actuar desde el corazón sin reconocimiento e incluso cuando el resultado no sea inmediato ni tan siquiera el esperado. El Amor en Acción no pretende ser recompensado; su efecto es acumulativo y silencioso, pero profundamente transformador. Así es como la conciencia colectiva se eleva por constancia y no por impacto.

La culminación del proceso que ahora vivís no llegará a través de un acontecimiento externo que os libere de vuestra responsabilidad. Llegará cuando el Amor deje de ser una idea inspiradora y se convierta en el criterio principal de vuestras decisiones; cuando amar sea una forma de estar en el mundo, no una salvedad emocional.

Ascendéis cada vez que no reaccionáis desde el miedo, cada vez que sostenéis la coherencia aunque eso sea incómodo y siempre que convertís la comprensión en un gesto, en una palabra justa o en un acto concreto. Ahí se ancla la nueva frecuencia y se va conformando y estabilizando la Nueva Tierra.

Amados hermanos, este es nuestro mensaje para este tiempo: que el Amor no es el resultado de la Ascensión, es su motor; que no es la meta, es el camino. Y solo en la medida en que se viva activamente, el proceso se completa en vosotros y, a través de vosotros, también en la madre Tierra.

Con muchísimo amor,
María Magdalena y Jeshua

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